Una mañana del 24 de marzo de 2020 me levanté como un día cualquiera sin saber lo que me esperaba. Hubo rumores sobre el comienzo de la cuarentena debido a un extraño patógeno que resultaron ser ciertos. A partir de ese día empezaría un encierro mental y físico en donde era imposible predecir cuándo acabaría aquella condena. Pues a decir verdad, mi pensamiento siempre ha sido igual, la humanidad cometió un crimen; un crimen en el cual todos hemos pecado y Dios de una u otra forma nos tuvo que castigar con un virus para generar un cambio en el pensamiento de las nuevas eras, pues nos estábamos desviando de nuestros valores como sociedad. Habíamos perdido características como la familia y el modo de vivir. Mis pensamientos nunca cambiaron al ver los pájaros volar en las contaminadas corrientes de aire de Bogotá. Concluí que nos merecemos este castigo. Hemos pensado en la economía, en el dinero, pero nunca pensamos en las criaturas que en ese preciso momento pasaban una y otra vez frente a nuestras ventanas, ellos vivían en un mundo contaminado y por fin tienen un respiro de la codicia humana.
Las noticias día a día hablan de contagiados, muertos y curados, pero en ningún momento han causado a día de hoy una tranquilidad en mi. Al escuchar los noticieros con sus noticias negativas, hay un desconcierto frente a nuestro futuro que hizo que constantemente me cuestione: ¿vamos a salir de nuevo a la calle? ¿volveremos a ser libres? ¿Qué será de nuestro futuro?. Pero el 30 de marzo todo cambio. Empecé a enfocarme en mi familia, en mis estudios, en mi futuro como profesional y por último a empezar a imaginarme historias fantásticas de triunfos. Un día soñé en que era un empresario multimillonario, mi riqueza estaba plasmada en una aplicación móvil la cual le generaba trabajo a millones de personas a nivel mundial. La aplicación consistía en que podías pedir a domicilio y por medio de la app carpinteros, personal de servicio, transporte, entre otros; donde los contratabas para el trabajo que tu necesitaras, ellos iban rotando por la ciudad cumpliendo su deber. Al final de todo me desperté siendo la misma persona sin libertad y un adolescente sin poder trabajar, sintiendo ciertos celos de los grandes empresarios.
Otro sueño que tuve es como el virus mutó y todos los que tenían la enfermedad se convierten en muertos vivientes atacando a los demás y saltándose la cuarentena preventiva. Este sueño me generó ansias y me llevaron a una travesía que me permitiría salvar a toda la humanidad pues una semana después termine siendo el héroe de Colombia y del mundo.
Salí totalmente solo en busca de un remedio, viajando ilegalmente por todo el mundo hasta que por fin encontré la cura en un hospital israelí rodeado de gente infectada por el coronavirus; dispuestos a atacar a todo aquel que se acercara a conseguirla. Todo el mundo estaba a salvo y agradecido por los riesgos que tomé, me hicieron una ceremonia al frente de todo el mundo. Me desperté.
Así fue mi cuarentena, era de sueño en sueño en donde el triunfante siempre era yo, y por consiguiente tambien me reconocian mundialmente. También habían sueños que no eran de importancia ya que en esos yo no era famoso, multimillonario o héroe. Con lo cúal me estresaba ver a los demás sobresalir mientras yo me quedaba estancado en la ruina. Al final de todo, los últimos 15 días de la cuarentena fueron en negro para mi, no me acuerdo ni donde estaba, tampoco sabía si estaba despierto o muerto pues no veía nada. Al momento de levantarme, la cuarentena en Colombia y en el mundo se había acabado y yo me encontraba en un hospital que no conocía, sentía que gritaba constantemente llamando a las enfermeras y no me contestaban, daba golpes continuos a la camilla para ver si se rompía, a la vez trataba de jalar unos lazos que me ataban las manos, la cadera y la cabeza. Llegó un doctor llamado Neto, que me chuza un líquido espeso de color rosado que causa en mi un sueño profundo y tranquilo en el que nuevamente todo se torna negro. Al volverme a despertar el me diagnosticó con locura, específicamente una enfermedad llamada Trastorno narcisista de la personalidad. Aquella necesidad excesiva de aplausos y admiración siempre la concebí como normal, lo que yo merecía. Pero al escuchar sus palabras todo cambió. mi mente paró de pensar, no sentía ni mis piernas, ni mis manos. En ese momento todo se volvió negro pero esta vez no me sentí tranquilo.