Vivo aceptando
Actualizado: 10 dic 2021

Ilustración por: Maria Victoria Rojas
Cuando pienso en el tiempo,
parece que se llena ese vacío en mi pecho;
realmente son pensamientos
inútiles y tontos que resaltan mis defectos.
El suave color de los cielos
y el cantar de los pájaros
me cuentan lo infinita que es la vida.
Y luego, como una balanza
mi cabeza trastabilla.
Pienso demasiado en poco y
en poco no pienso.
El destino suena lejano,
diferente e insano,
pues es así como lo he creado.
Yo podría cambiarlo,
hacerlo más rápido.
Él corre, y a veces parece que me deja atrás.
Se queda atrás hasta que me coge ventaja.
Y yo, otras veces, lo veo por la ventana.
Se mueve de lado a lado
mientras yo parezco encerrado.
Se mueve extraño,
parece incierto y confuso.
Yo también me muevo con él;
yo lo muevo a él.
No lo reconozco,
no sé lo que és o lo que podría ser.
Y aún así trabajo por lo que hay que reconocer,
porque somos un equipo y hay que entender.
Está dentro de mí, pero escribe lo que cree merecer.
Escribe con audacia al oscurecer,
me presiona al ayer y
me hace querer.
Se hace inolvidable con rapidez,
y si lo olvido chocó contra mi propia pequeñez.
Jala de mis pies desde el suelo,
como un deseo que se estalla en el cielo
y me recuerda que ya está decidido.
No importa lo que yo haya visto, no importa que haya vivido o sentido.
Si es rápido o lento,
si es doliente y sincero,
yo lo acepto.