Ilustración por Juan David Macias
Qué será el mañana
Nueve de la mañana,
Sigo recluido en mi cama,
Mis sábanas se convirtieron en serpientes,
De aquellas que envuelven a sus presas.
Diez de la mañana,
Logré librarme del predicador,
Voy tarde a mi laburar,
Pienso en mil escusas que decir.
Doce de la tarde,
He dicho que mi bus se accidentó,
Que escusa tan catastrófica y exagerada,
Lo llamativo es que no se cuestionada.
Siete de la noche,
Fin de la tortura,
Sobreviví nuevamente a este martirio,
Volveré a los conforts y calidad de mi morada.
Siete de la mañana,
Estoy en el pasillo camino a mi muerte,
Llega la carcacha de metal,
Tomo asiento en la mitad.
Ocho de la mañana,
Divago mientras observo por la venta,
Dos luceros se acercan de forma agresiva,
Todo es oscuridad
10 de la mañana,
Estoy acostado, la luz brilla por su ausencia,
Solo puedo oír cada tres segundos suena un pitido,
La excusa del día anterior se había vuelto realidad.
Este es mi fin, no más pitido, once de la mañana.