Quimera

Ilustración por: Laura Castro
Tu carácter es digno de mi devoción.
Encaminas tu día con tanta elocuencia
que todo el mundo se pregunta cuál es tu secreto.
¿Cuál es tu secreto para ser inquebrantable?
Tu presencia emana la más pura calma
y tus palabras eliminan por completo mi incertidumbre.
Cada vez que te pienso, anhelo ser como tú.
Ese manto de luz que recubre tu cuerpo
te protege de lo que dirán,
para que sigas encarnando mi ejemplo en este mar de apariencias.
Pero en las más oscuras de las noches me sigo preguntando,
¿Cuál es tu secreto para aparentar ser inquebrantable?
Porque sé que no hablas tus pensamientos ni mucho menos tu sentir.
Tu silencio es el protagonista,
tu soledad te delata.
¿Eres una ilusión, verdad?
Intuyo que tus éxitos son una falacia,
o al menos eso es lo que has de creer.
La imagen que arrastras con tanta labia
termina siendo otro de tus infortunios,
porque en esta selva de apariencias
tú eres una víctima más.
Tranquila, llora.
Al final te aseguraste de que nadie oiga,
porque te condenaría saber
que te han derrumbado de su pedestal.
Tu sonrisa puede engañar a algunos
pero a mi no,
porque ya sé tu secreto,
tu secreto para convencerte de que eres inquebrantable,
pues en tu jaula imaginaria
has concebido el mejor de los espectáculos,
el de ser y no ser,
el de negar con deseos de confiar,
el de obligarte a confiar en tu utopía,
cuando sabes muy bien que vives sumergida en un mar de vergüenza.
Aspiro que esta pueda ser tu catarsis,
pero dudo que lo sea.