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PREHISTORIA SOCIAL EN "EL AHOGADO MÁS HERMOSO DEL MUNDO" DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Por: Hernán Darío Escobar


No sería exagerado decir que el mito es la entrada secreta por la cual las inagotables energías del cosmos se vierten sobre las manifestaciones culturales humanas. J. Campbell


Resulta casi imposible concebir la existencia y la acción humana lejos del entramado longitudinal del tiempo, de allí se desprenden de manera necesaria nociones como principio y fin, y con estas las de distancia, camino o recorrido; concebir la vida como un camino es algo connatural al hombre y a su situación en el mundo. En su texto El héroe de las mil caras Joseph Campbell sintetiza el desarrollo típico de la aventura del héroe de un modo similar: “El héroe inicia su aventura desde el mundo de todos los días hacia una región de prodigios sobrenaturales, se enfrenta con fuerzas fabulosas y gana una victoria decisiva; el héroe regresa de su misteriosa aventura con la fuerza de otorgar dones a sus hermanos” (1972). Tomando como punto de partida la teoría de los arquetipos del inconsciente colectivo de Jung, Campbell postula la existencia de un cierto orden simbólico, una estructura elemental de la imagen del héroe presente en toda mitología, dicho sistema se erige en los relatos como una sucesión de motivos que configuran la "aventura o camino del héroe" y se corresponde en tanto estructura de los ritos de iniciación con la fórmula Reparación/Iniciación y Retorno. En El ahogado más hermoso del mundo (2015) García Márquez plantea bellamente el origen del mito y con este la aparición del héroe y de toda literatura en el seno de la cultura popular, se trata de una ventana a la fantasía de los pueblos, el surgimiento del héroe y con él de toda literatura.

En la obra de García Márquez el ahogado parece tener la imagen del héroe popular propuesta por Bajtín, se trata de un gigante desproporcionado, grotesco: “Tenía el olor del mar, y solo la forma permitía suponer que era el cadáver de un ser humano, porque su piel estaba revestida de una coraza de rémora y de lodo” (83) que de manera paulatina se va construyendo desde la creatividad popular, un héroe que encarna la plaza pública, la comida, los haceres, la fiesta. Si coincidimos con la definición de acontecimiento que nos proporciona el esloveno Žižek como “cambio de planteamiento a través del cual percibimos el mundo y nos relacionamos con él” (2018) podemos concebir la idea según la cual el mecanismo de construcción del héroe en El ahogado más hermoso del mundo, es un instrumento de conocimiento y transformación del mundo en la obra, de allí la curiosidad de toda la comunidad de saber quién es este personaje y para qué está ahí, de allí la necesidad de forjar a través de la mirada una concepción de héroe que el pueblo necesita. No es gratuito entonces que esa primera mirada provenga de la relación con el juego y estribe en la capacidad infantil de acoger lo diferente, lo extraño, lo anómalo sin temor: “Los primeros niños que vieron el promontorio oscuro y sigiloso que se acercaba por el mar, se hicieron la ilusión de que era un barco enemigo” (García Márquez, 2015). El pueblo macilento da entrada por medio del ver (la mirada de los niños) a un héroe que viene a liberarlos de su condición de pueblo pobre y aburrido “El pueblo tenía apenas unas veinte casas de tablas, con patios de piedras sin flores, desperdigadas en el extremo de un cabo desértico (83).

La entidad héroe se construye por medio de la mirada infantil primero, luego desde lo que se cree que es y finalmente desde lo que no es como medio para su definición: “No tuvieron que limpiarle la cara para saber que era un muerto ajeno” (84) el héroe está muerto y entonces le es imposible atribuirse a sí mismo características: un lugar de origen, una función, etc.; sin embargo, lo que define su naturaleza es justamente lo que hace y no lo que dice o piensa, y lo primero que hace es crear una escisión entre un pueblo, el de antes, y el que será a partir de ahora. Tal separación se muestra como ruptura con lo cotidiano “Aquella noche no salieron a trabajar en el mar” (84) y se expresa en la descripción del pueblo, un pueblo sumido en la literalidad, en la falta de imaginación, en el carácter elemental y primitivo de su existencia, se trata de un espacio en el que no hay nada, en el que no se produce imaginación ni fantasía, un espacio adecuado para que lo imaginario haga su aparición y entonces pueda surgir lo simbólico que modifique la relación del hombre con el mundo y permita entender mejor las cosas. Este conocimiento implica en primera instancia el esfuerzo por comprender: limpiando, desenmarañando al gigante primero y luego atribuyéndole características que les permitiera hacerlo suyo: “Pero solamente cuando acabaron de limpiarlo tuvieron conciencia de la clase de hombre que era, y entonces se quedaron sin aliento” (85).

Se trata de un esfuerzo por dejar atrás ese no saber de las cosas con el que se crea, si se quiere de manera inconsciente, el mito; se dan matices legendarios a una figura venida de lejos, de las profundidades, de un no lugar en un intento por explicar la realidad desde la fantasía del pueblo: todas las mujeres querían con él, había entonces que darle un tinte místico que saciara la curiosidad del cuerpo y pusiera en orden las jerarquías sociales ya agraviadas, había que transformar la realidad en leyenda para sanar la escisión en el seno social de las gentes, para que retornara el equilibrio: “Andaban extraviadas por esos dédalos de fantasía, cuando la más vieja de las mujeres, que por ser la más vieja había contemplado al ahogado con menos pasión que compasión, suspiró: Tiene cara de llamarse Esteban”. Le ponen un nombre y se apropian de él definitivamente, curiosamente el nombre de un mártir cristiano, este nombre le da un lugar en la comunidad colocándolo incluso en su centro, con una jerarquía mayor, pero dentro del ámbito social haciéndolo acogedor, propio. Y entonces ahora el ahogado tiene sentido dentro de la trama social, ocupa un lugar y terminan los celos. Las mujeres lo desean, los hombres lo admiran y envidian secretamente (Heracles, Teseo, Aquiles, etc.) pero pertenece a todos “¡Bendito sea Dios –suspiraron-: es nuestro!” (85). En el futuro, por qué no, un hombre destacado hasta podría ser comparado con Esteban.

Paulatinamente lo asocian con los valores culturales de la aldea y lo convierten a la fiesta, lo integran al carnaval y a la dicha (felicidad) del pueblo dándole poderes especiales: “fue así como le hicieron los funerales más espléndidos que podían concebirse para un ahogado expósito” (85). Lo integran a la cultura popular y se repiten en voz alta sus hazañas, se compara con otros mitos, con respecto a los cuales ocupa un lugar distintivo: “algunos marineros que oyeron el llanto a distancia perdieron la certeza del rumbo, y se supo de uno que se hizo amarrar al palo mayor, recordando antiguas fábulas de sirenas”. Y se asienta definitivamente en la cultura popular convirtiéndose en historia: “Miren allá, donde el viento es ahora tan manso que se queda a dormir bajo las camas, allá, donde el sol brilla tanto que no saben hacia dónde mirar los girasoles, sí, allá, es el pueblo de Esteban” (86). La imaginación creadora aparece, hay ahora una nueva geografía, una nueva cartografía, el pueblo imaginario va reemplazando al pueblo real pues sin imaginación no hay conocimiento, no hay felicidad ni plenitud.

El héroe muerto de García Márquez crea una transformación de los seres a su alrededor, no tiene un discurso, es un signo vacío y es justamente esto lo que hace que se pueda construir significado en torno a él “La dualidad en la percepción del mundo y la vida humana ya existían en el estadio anterior de la civilización primitiva” (Bajtín, 1987). Se trata de un héroe fundador en la medida en que crea algo nuevo, un ente civilizador que da fin a una era y da comienzo a otra, todos terminan siendo parientes a partir del común denominador que es el héroe, se ha reconstruido (o fundado) el sentido de comunidad en el pueblo, la complicidad con el otro por medio de la imaginación creativa, esto es tal vez lo más importante y lo más decisivo. El héroe ha sido captado (capturado) por la cultura popular para ser mejores, es una suerte que esté muerto, pues lo peor que podría pasar es tener un héroe que pretenda sobrevivir a su hazaña y minimice el impacto de su hacer en el mundo: se ha fundado un pueblo, el pueblo de Esteban, esto obedece a la voluntad de vivir de sus ciudadanos, a la necesidad de construir un lugar en medio de un desierto árido y sin imaginación que es en realidad el mundo cotidiano y que equivale a la muerte. En tanto mito este héroe pervive como algo intrínsecamente humano, cercano, popular y carnavalesco, está situado en la frontera entre el arte y la vida.


Referencias:

Bajtín M. (1987). La cultura popular en la edad media y el renacimiento. Madrid: Alianza

Campbell, J. (2008). El héroe de las mil caras. Girona: Atalanta

García Márquez, G. (2015). La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada “El ahogado más hermoso del mundo”. Bogotá: Norma

Žižek S. (2018). Acontecimiento. Madrid: sexto piso

Hernán Darío Escobar



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