La Verdad de un Cielo Estrellado

Ilustración por: Laura Castro
Recostada sobre el suelo al aire libre, en medio de una oscuridad envolvente, miraba el cielo estrellado con pensamientos perplejos rondando su mente. No puede evitar admirar la belleza de las estrellas, cuerpos de luces que, sin saberlo, funcionan como senderos de iluminación en las noches más oscuras. Ella está segura de que, si las observa lo suficiente, será capaz de caer hacia ellas y ser envuelta por su protectora luz, escapando del martirio traído por la oscuridad. La oscuridad de la noche nunca le ha gustado, ya que a pesar de ser el momento con más silencio en su día, este irónicamente resulta siendo el más ruidoso y agobiante para ella, ya que su mente no cede el movimiento continuo de sus piezas, que se sobretrabajan frente a cualquier tema.
A pesar del insaciable movimiento dentro de su cabeza, ella no cesa de ir cada noche al lugar más oscuro y silencioso posible, con la esperanza de ser envuelta en la hermosa luz de las estrellas y hacer desaparecer a los agobios que le trae su mente. Se recuesta sobre el suelo y observa al cielo desde que las estrellas comienzan a aparecer en él por la llegada de la oscuridad de la noche, hasta que poco a poco se desvanecen por la llegada de la luz del día. Esta rutina que ha repetido durante numerosos años ha fracasado disminuyendo su atracción hacia las estrellas, atractivo que es un enigma para ella, al nunca haber logrado encontrar una respuesta lógica a la razón de su interés. De esta forma, contemplando esta incógnita, se quedó pensativa con su mirada clavada en las estrellas.
De pronto sus ojos se expanden notoriamente y pega un respingo para sentarse tan fuerte, que se llega a marear un poco. En ese momento, por fin logró entender su admiración hacia la luz de las estrellas. Logró comprender que la clave de su belleza era el contraste con la oscuridad; se necesita de una extensa oscuridad para que la luz de las estrellas pudiesen ser verdaderamente apreciadas. Si lograra cumplir su sueño de caer directamente hacia las estrellas y estar completamente envuelta por su luz, esa luz no resaltaría de igual forma que lo hace cuando está rodeada por oscuridad, ya que no hay un verdadero contraste que haga resaltar aún más su belleza. La oscuridad y la luz trabajan en conjunto, por lo tanto es irracional y absurdo repudiar una y anhelar la otra, cuando son mutuamente el causante del verdadero esplendor del otro. Sin oscuridad no hay luz, y sin luz no hay oscuridad, ya que no hubiese un contraste que marcaría estos conceptos.
En ese momento, por primera vez en su vida, agradeció a su mente por no parar sus constantes movimientos frente a cualquier tema, ya que gracias al ruido que producían, fue que ella logró entender su amor hacia la luz de las estrellas. En ese momento ella se sentía completamente alegre y cómoda de estar rodeada por la oscuridad, ya que ahora sabía que esa era la principal fuente de la belleza de su preciada luz.