La Tierra del Mañana
Actualizado: 10 dic 2021

Ilustración por: David Carreño
18 de abril, 2100
Respiro profundamente mientras miro el horizonte, el olor de la naturaleza nublando
mis otros sentidos. Desde aquí, desde esta montaña en la que estoy parada, todo
es tan pequeño que siento que podría agarrar toda la ciudad con una sola mano. La
fuerte lluvia cubre la débil ciudad mientras mis pies resbalan en el barro mientras
camino y tropiezo, colina abajo.
La ciudad se ha vuelto más cálida que nunca, aunque el clima siempre fue lluvioso y
tormentoso, el calor era insoportable; una combinación complicada. Esta noche, el
pronóstico del tiempo es malo, se supone que todos deben estar en casa, en sus
refugios y cabañas, antes de que llegue el huracán, a las 6 de la tarde. Todas las
ciudades costeras desaparecieron hace 50 años, solo podemos recordar lugares
como el Tokio iluminado, la Nueva Orleans histórica, la Cartagena amurallada y el
laberinto de Venecia a través de los viejos periódicos y blogs de viajes olvidados.
¿Se suponía que esto iba a pasar?
19 de abril, 2100
La tormenta sigue aterrorizando, las ventanas de la casa están totalmente cubiertas
por placas de madera, además, nuestra reserva de comida y agua es limitada. Mi
familia está tensa pero no asustada, aunque la luz se ha ido y hemos estado a
oscuras durante varias horas. Las consecuencias del calentamiento global han sido
tan duras para la humanidad que estamos acostumbrados a estos días de oscuridad
y desastre. ¿Este será nuestro destino como humanidad?
La mitad de la población desapareció hace 50 años, no muchas personas pudieron
soportar los desastres naturales, las circunstancias extremas de la migración y el
cambio. La economía mundial es inexistente, la única forma en que hemos
sobrevivido es por las noticias ocasionales de civiles en la radio, la comida con
conservantes y el agua hervida o destilada que rescatamos, es una vida dura. Hoy
decidimos jugar con los viejos y gastados juegos de mesa, con un dado y la mitad
de las piezas; sigue siendo una buena distracción para la tormenta de hoy.
Mi hermana no para de reír, su risa divertida se mezcla con los truenos, mi madre
parece cansada pero embelesada por mi hermana mientras mi padre parece
molesto por su victoria. Echo un vistazo a nuestra habitación, los sonidos son
distantes sin embargo, siento cada trueno en mi corazón; en mi pecho. Necesito
más distracciones. Sintiendo mis piernas adormecidas, me acerco al estante
desgastado de la habitación, tiene algunas revistas, periódicos, libros de historia y
mis diarios anteriores.
20 de abril, 2100
Cuando desperté seguía lloviendo, con aburrimiento, saqué los periódicos del
estante que me hacían sentir curiosidad y comencé a leer.
"Fuertes tormentas y huracanes están aterrorizando a los países tropicales,
Colombia, Panamá y Brasil no pueden controlar los daños". Diciembre de 2068.
"Los científicos de Colombia creen que todavía hay una posibilidad de recuperar y
salvar a las capitales restantes del próximo aumento del nivel del mar". Septiembre
de 2063.
"Las personas que viven en las costas del mundo emigran a las ciudades centrales
de sus países, no habrá festividades". Noviembre de 2049.
"No hay vuelta atrás, el mundo se acabará. Según las sociedades
medioambientales, el cambio climático ya no es reversible. La humanidad, tal como
la conocemos, cambiará". Junio de 2047.
"Todos los ciudadanos deben tomar medidas para evitar que el aumento del nivel
del mar cubra las ciudades costeras y las islas pequeñas, de acuerdo a las
instrucciones de la Asociación Mundial del Medio Ambiente". Octubre de 2045.
"Las organizaciones ambientalistas enfatizan en la importancia del cambio climático
y su impacto en la humanidad, grandes campañas se han apoderado de las fábricas
de petróleo y la industria contaminante". Enero de 2040
Mis ojos llenos de lágrimas impidieron que siguiera leyendo con claridad, las
imágenes de personas migrando, animales muriendo, paisajes destruidos y
campañas ambientales fallidas llenaron mi mente durante el día.
21 de abril, 2100
La lectura fue agotadora, la tormenta más larga que he vivido no ayuda a mi horario
de sueño ni a los pensamientos apocalípticos que mi mente sigue creando. En
2050, el calor en el mundo era innegable, los polos de hielo derritiéndose a gran
velocidad y las respuestas naturales del planeta a estos rápidos cambios eran
impredecibles.
Mi abuela me dijo una vez que los efectos del cambio climático aquí, en Colombia,
eran enormes. Aunque era un país tropical, el clima era tan extraño, tan cambiante
que nadie podía predecir con certeza el clima. Las corrientes de aire eran a veces
frías y otras calientes, un día podía llover a cántaros y la semana siguiente había un
sol brillante. Los ríos del país se inundaban cada vez que llovía demasiado.
22 de abril, 2100
Silencio. El reloj de péndulo anunció la hora. Tranquilo. Miro las fotos en la pared.
Paraíso. La radiofrecuencia suena perdida. Playas. El agua de la botella reutilizada
es gris. Cascadas. Mi familia todavía está durmiendo.
Las imágenes de la pared son recortes de revistas, folletos de viajes y fotografías de
la vida pasada de mi abuela. El mundo era tan asombroso y la gente ni siquiera
podía apreciar lo que tenían frente a sus ojos. Las imágenes que veo están tan
llenas de vida, de agua pura y cristalina. El mundo era un paraíso, con cielos azules,
altas palmeras, playas de arena clara… asombrosos animales sanos y vivos. ¿Por
qué todo cambió tan rápido? ¿Tan trágicamente? Nunca había visto agua tan clara,
¿son estas imágenes reales? El planeta solía ser tan hermoso, quiero arrastrarme a
las imágenes de cascadas y cenotes, a esos ríos y paisajes llenos de vida.
Cierro los ojos y me imagino corriendo por un bosque, repleto de luz. Los árboles
pasan rápido por mis ojos, corro tan rápido que mi cabello me cubre la vista y se
enreda. Miro hacia el cielo y hay pájaros enormes volando, admiro la gran montaña
hacia la que me dirijo.
Sigo corriendo mientras la montaña se siente más cerca y se aclara. Casi puedo
escuchar el agua cayendo de la cascada. Sigo corriendo mientras los pájaros siguen
cantando y tarareando. Casi puedo sentir el agua fría rodeando mi cuerpo. Sigo
corriendo hasta alcanzar mi meta. Puedo ver el arco iris reflejado en el agua por el
sol y la caída natural del agua. Quiero tocarlo y sentirlo pero...
Abro mis ojos. Veo de nuevo las fotos en la pared queriendo ser mi abuela parada
frente a la majestuosa cascada. Anhelo ser la personas posando en cada imagen.
Mi padre ya se despertó, observo mientras abre la puerta con cuidado. Me hace una
señal con la mano, que me acerque a él. Me levanto con delicadeza, para no
despertar a nadie más. Por fin, podemos descansar bien ya que la tormenta ha
llegado a su fin.
Cuando llego a la puerta, suspiro mirando al horizonte destruido. El domo azul
todavía está oscuro debido a la tormenta de 5 días, la villa, o lo que queda de ella,
está inundada y abandonada. Las plantas están muertas y los otros refugios
alrededor apenas están en pie. Este es el mundo ahora. Esta es mi realidad, este es
nuestro destino.