Estamos condenados a ser libres
Actualizado: 8 dic 2021

Ilustración por David Carreño
El destino es uno de esos temas cotidianos que dejan de ser cotidianos una vez se manifiestan en tu vida. Paradójicamente, el destino deja de ser cotidiano en el momento que se tangibiliza: una experiencia; dicha experiencia se convierte en algo extraordinario e incomprendido en tu vida. Una persona; dicha persona deja de ser parte de tu cotidianidad y se convierte en tu extraordinariedad, lo que sobresale de tu día a día… El destino nos muestra lo virtuoso en lo mundano, y, por ende, lo mundano se torna en algo extraordinario. Sartre dijo: “Estamos condenados a ser libres”, libres… en nuestra forma de pensar, actuar, ver e interpretar. Si somos libres en totalidad, dejamos de estar amarrados a “un destino”. ¿O no? Cuestión dada ya que el destino no se esconde en “la cosa” sino en “el ser”. Es decir, nuestro destino no es encontrar algo, vivir esto o aquello, conocer a esa persona, o morir en tal momento. “Estamos condenados a ser libres” y en esa libertad germina nuestro destino. Estamos destinados a ser: mirar, conocer, cuestionar, incomodar, conectar… Estamos destinados a ser extraordinarios. En el momento en que dicho destino se manifiesta, esta vida deja de ser cotidiana y dejas de buscar el “qué” en las cosas y comienzas a “ser”...