Destello en la tiniebla.
Actualizado: 9 jun 2022

Protegido de la lluvia bajo el cómodo techo de mi casa aquel estridente trueno me lleva a recordar, una vida pasada…
Nacido en un hogar humilde y caluroso donde la comida era un absoluto privilegio, la oportunidad de conseguir un trozo de comida era una razón de pelea y discusión. Desesperado en la búsqueda aprendí a defenderme tanto a mi como a mis derechos, no tengo oportunidad de estudiar o recibir alguna clase de educación, quienes dicen padres parecen no quererme y por más de que me esfuerzo no logro ser digno de su amor. Recibo órdenes que no comprendo, recibo gritos e insultos, objetos y manos sin cariño alguno alcanzan mi cuerpo, entre gritos y aullidos intento decirles que se detengan pero parecen no escuchar, no estoy seguro si no quieren o no pueden entender. Harto de soportar el odio y resentimiento tomo mis cosas y decido partir sin mirar atrás, corro tan rápido como puedo, me pierdo entre los manglares y olas, caminando sin rumbo alguno poco a poco comienzo a escuchar voces y señales que indican vida a mi alrededor. Comienzo a ver compañeras quienes dicen quererme sin embargo las abandono sin pensar en todo lo que dejo atrás. Desconozco caras, no encajo en ningún lado, todos pasan por mi lado sin notar mi presencia, como un fantasma camino sin esperar encontrar un destino, no encuentro cariño o felicidad, sigo caminando. Divagando encuentro un ángel en mi camino vestido de un blanco impecable se acerca a mi un hombre grande e imponente, mostrando su mano temí recibir un golpe sin embargo me tomó por sorpresa como un par de brazos se envolvían sobre mi sin causarme daño. Me llevó sobre un gran monstruo metálico el cual rugía y deslizaba desprendiendo la tierra del suelo, como hace un pez entre las olas. En un abrir y cerrar de ojos la luz me toma por sorpresa llegando a un campo abierto con estructuras muy altas y coloridas, temiendo lo peor, me rehusó a bajar de aquel aparato, armas nuevos invaden mi nariz llenándola de olores dulces y salados, agrios y ácidos, la curiosidad me hace bajar y comienzo a ver una gran cantidad de hombres y mujeres vestidos con colores y objetos en sus manos. Hablaban alegremente inclusive veía niños y algunos muy otros muy similares a mi, sus ojos brillaban de alegría y corrieron tras sus padres alegres y risueños. Me sentía desubicado y desplazado hasta que seguí un grupo el cual se acercaba a unas mesas enormes y de madera. Los hombres y mujeres comenzaban a sentarse alrededor de la mesa charlando y discutiendo, nunca había visto tanta alegría a mi, desorientado y confundido, me sentía en otro mundo, nunca creí poder ver tanto júbilo, hasta ese momento nunca había visto una sonrisa dirigida hacia mi, que me llenó de una calidad satisfacción. De repente hombres con unas grandes bandejas rodean la mesa, llevando lo que parecía ser comida, como nunca antes en mi vida la había visto, jugosos pedazos de pescado, montículos enormes de arroz y patacones bordeaban los platos. Sin contener mi emoción comencé a saltar y gritar, las personas en la mesa comenzaron a reír ante mi actitud, y sin esperar nada a cambio poco a poco comenzaron a compartir su comida conmigo, corría de un lado a otro sonriendo y haciendo gestos, fui probando grandes delicias y manjares. De repente siento un fuerte golpe me toma por sorpresa haciéndome rodar por la arena, uno de los chicos que había seguido hasta la mesa me asestó un fuerte golpe en el costado haciéndome sangrar, aterrado me alejo de la mesa, no me siento bienvenido, corro y me escondo, aquel chico sonriente y orgulloso comienza a comer todo lo que se me había ofrecido a mi. No es justo. Yo debería estar comiendo, no él. No como hace más de una semana. ¡¿por qué se come lo que me ofrecieron a mi?!. Lentamente la ira invade mi cuerpo, no tengo control sobre mi mismo, corro enfurecido y ataco al chico, este es al menos 2 veces más grande que yo, no tengo miedo, entre golpes y aullidos, sangre y gritos, todo se torna oscuro.
Despierto con líquidos pegajosos sobre mi heridas antes sangrantes, retorno al campo abierto, ya no hay tanta gente y esta oscuro. Vivo en bucle, escucho los barcos llegar, corro emocionado a la playa, saludo a quienes llegan y espero las sobras de comida siempre con en riesgo a salir herido, no hay alternativa, no vivo, sobrevivo.
Conozco a muchas personas pero un par de chicas hicieron lo que nadie en mi vida ha hecho por mi, me dieron un nombre, aunque no lo entendía bien sonaba algo así como Darwin, al escucharlo corría a su lado, reían y se alegran de mi presencia sorprendido y maravillado no las dejaba solas, dormía afuera de su puerta y las seguía a donde fueran.
A la amenaza de una tormenta inminente, salimos los tres en busca de aventura, en la oscuridad y en los desolados caminos llegamos hasta a las casas al otro lado de la isla, de repente un fuerte trueno cae cerca a nosotros desatando una tempestad, la más pequeña estalló en llanto, y comenzamos a buscar el camino de regreso, temiendo lo peor corrí delante de ellas como lo hice la primera vez que salí de casa solo que ya no corría por temor a mi vida sino a perder la de mis amigas. Los caminos se inundaban y enormes ríos comenzaban a formarse empujando nuestro pies, corrimos cada vez más rápido, aterradas me siguieron, ya casi fuera de peligro, lo puedo sentir. Bajo la seguridad de un techo, entramos corriendo, me ofrecieron quedarme, por lo que estuve con ellas toda la noche hasta que la tormenta pasó al día siguiente. Bajamos en la mañana, pero me separo de ellas, escuchó el grito de la pequeña en las mesas, corro con temor a que algo hubiese pasado, un chico la estaba amenazando, furioso me lanzo contra él, escucho gritos y llantos a mi alrededor. Un hombre nos separa a la fuerza, hablan entre ellos y la pequeña comienza a llorar, preocupado me acerco a su lado. En este momento el rumbo de mi vida tomó otra dirección. Finalmente y como nunca subo a uno de los barcos que siempre llegan, pero este salía de lo que solía llamar casa, temo ser abandonado, temo dejar lo que ya conocía, estoy agotado y el sueño toma poder sobre mi. Al abrir los ojos de nuevo estoy en un lugar como si hubieran miles de soles sobre mi cabeza, veo muchas más personas de las que había visto alguna vez, miro a mi alrededor desorientado y perdido.
He llegado a un lugar que parece salido de todo lo que alguna vez había vivido, he recibido y visto tantas cosas como nunca nadie lo ha hecho, he pasado por lo peor hasta llegar a un lugar del cual me siento orgulloso de llamar hogar. He aprendido a amar y ser amado, he recibido cariño y cuidado, he tenido que adaptarme a la nueva situación, he tenido que aprender miles de cosas. Quizás nosotros los perros no seamos toda tu vida, pero tu eres todo en la nuestra.
Todo ha cambiado por completo, dejo de ser un anónimo, me llamo Merlín y ya no tengo que pelear por la chance de sobrevivir, finalmente puedo vivir.