Ilustración por: María José Suárez
La sociedad occidental se caracteriza por su hambre de progreso. Como personas estamos siempre al pendiente del lanzamiento del nuevo celular o ansiando acabar nuestros estudios para salir a hacer “lo que de verdad queremos hacer”. Siempre hay una meta mayor, un siguiente paso, o un nuevo avance que de una u otra manera nos haga mejores. Se siente bien caminar por la vida siendo competente, admirado y excelente. A primera vista esto no es negativo; las personas buscan materializar su potencial y vivir una vida mas satisfactoria por medio de la superación personal. Pero una profunda examinación de la industria de autoayuda revela que la misma se alimenta de la vulnerabilidad de la condición humana. En internet, la superación personal se ha vuelto un antídoto para una vida insatisfactoria, se vende que te puedes mejorar a ti mismo a tal punto que puedes superar los problemas de la mundana vida; puedes comprar lo que quieras y alcanzar aquel elusivo concepto de “éxito” y ser eternamente feliz. Esta premisa es claramente falsa, pero no es inmediatamente evidente en nuestro día a día. ¿Es la alternativa la negación ciega de nuestro anhelo por mejorar y concentrar nuestros esfuerzos en el amor propio? Pensar que ya somos perfectos tal y como somos y no hay nada más que hacer? Claramente no. Entonces, ¿Cuál es la solución a esta aparente paradoja entre los conceptos diametralmente distintos del amor propio y la superación personal? La presente reflexión propone una solución: no la hay.
Según la compañía de información global The NPD Group los libros de autoayuda han experimentado un crecimiento anual compuesto del 11 por ciento desde 2013, lo que implica que casi se han duplicado sus ventas desde el año mencionado. Mas aún, se prevé que esta industria vea otro sólido año del 2020 debido a que la pandemia llevó a las personas a buscar superación personal y un estilo de vida más saludable (universo abierto). La frecuencia de búsqueda de términos como “libertad financiera” en Google alcanzó un pico entre el 3 y el 9 de Marzo del 2020 y después se estabilizó en un nivel superior al pre-COVID (Google Trends). Como ya se comentó, es falaz pensar que la superación personal puede llegar a producir satisfacción prolongada por sí sola. Pensamientos como este vienen de la inseguridad e insatisfacción de la vida presente. Adicionalmente, condicionan la felicidad del individuo; “si no me graduo y entro a un trabajo que pague bien seré una vergüenza para mi familia”, “si no obtengo ese cuerpo de dios griego me van a rechazar otra vez”. Aunque exageradas, las aseveraciones previas no se alejan demasiado de la realidad que viven muchos.
El lado oscuro del amor propio es ligeramente más sutil que su antagonista, después de todo, ¿Qué puede tener de malo amarse a uno mismo? Pero, como en muchas situaciones en la vida, ningún extremo es apropiado. El amor propio desmedido suele ser ciego. La realidad de la condición humana es cometer errores; negarlos y cubrirlos con la bandera del positivismo tóxico no solo es inhumano sino también inútil. La enfermera australiana Bronnie Ware revela en su libro De que te arrepentirás antes de morir que “Cuando la gente se da cuenta de que su vida está casi terminada y mira hacia atrás con lucidez, es fácil ver cuántos sueños quedaron truncados. La mayoría no ha realizado ni siquiera la mitad de ellos y debe morir sabiendo que se debe a las elecciones que ha hecho o que no ha hecho" y "Mucha gente reprime sus sentimientos para mantenerse en paz con los demás. Como resultado de esto, se instalan en una existencia mediocre y nunca llegan a convertirse en lo que verdaderamente son capaces de ser. Muchos desarrollan enfermedades relacionadas con la amargura y el resentimiento que arrastran por este motivo" (Infobae). Es fácil elegir la comodidad del amor propio y negarse a perseguir una vida satisfactoria, pero morir con arrepentimiento por vivir una vida mediocre repitiendo “soy perfecto y me amo tal y como soy” no es tan fácil.
Previamente se mencionó que la solución para el conflicto planteado entre la superación personal y el amor propio es que no hay una solución. Para entender esta solución se puede asemejar la dicotomía con el “Ying-Yang” Contemplar que tiene que haber una solución de por sí presupone que los dos conceptos en cuestión son mutuamente excluyentes; “si me propongo metas y quiero mejorarme como persona reconozco que soy un fracaso ahora”, o “si me acepto mi condición actual no tengo cómo mejorar”. La realidad es que si se puede estar satisfecho con la vida presente y aun así esforzarse por ser mejor. No hay una solución para la tensión de estos dos conceptos debido a que no tenemos que resolverla. Una de las diferencias claves entre los estilos occidentales y orientales de pensamiento. En occidente pretendemos tener una conclusión lógica para cada punto, nos orgullecemos de nuestra capacidad de resolución de problemas ignorando que hay ocasiones en que no hay problema para resolver, pero lo creamos para luego resolverlo. Si se estudia esta dicotomía desde un punto de vista más oriental: por un lado tenemos la aceptación propia, en el otro lado tenemos la superación personal y los dos pueden coexistir en armonía. Como resultado, nuestro enfoque debería ser navegar un balance entre los dos, en vez de pretender “resolver la ecuación” y llegar al fondo del misterio. Habrán momentos donde debemos esforzarnos, reconocer que somos obras en progreso, y ponernos en situaciones incómodas para perseguir nuestros sueños y vivir una vida satisfactoria, y habrán otros momentos en donde debemos recordarnos que nuestro valor como personas no viene de la cantidad de tareas que tachemos de nuestra lista de cosas por hacer o de cuánto hemos avanzado en nuestro entrenamiento físico, formación profesional o persecución de riqueza.
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Referencias