Indubis estaba sentada en la silla 3 del segundo piso del hospital San Ignacio cuando Federico al dirigirse hacia la ventana contempló la desolación de su ciudad. Aquel lugar donde el tráfico de los autos ocupaba la mente y la vista de todos estaba vacío, aquel lugar donde los comerciantes trabajaban sin cesar y vivían por laborar estaba completamente desolado. Imágenes del día anterior arrebataron las ideas de su cabeza, estaba en su compraventa por la calle 65 con NQS cuando distintos oficiales le informaron que no podría volver a abrir su negocio hasta nueva orden y tampoco podría salir de su casa. Federico no solo se sintió desubicado, porque la vida como la conocía cambiaba repentinamente, se preguntó cómo haría para salvar lo que por toda su vida había amado y mantenido. Sin embargo, todo esto se fue al olvido cuando vio la forma en la que distintos mendigos, entre esos Tencro su amigo era llevado a un camión dirigido al Campusref o al menos eso esperaba; había ido una vez y era una especie de casa antigua, oculta y custodiada por agentes del estado, allí el gobierno aparentaba dar comida y reposo a habitantes de la calle en tiempos de campaña.
-Turno 2543, dijo la recepcionista que llamó a la pareja. De repente ambos se miraron como si desconocieran su destino, se cogieron de la mano y abrigados por una ruana prosiguieron al cubículo 5. El doctor Rentio quien anteriormente había atendido a Federico por su depresión oculta, estudió detalladamente a ambos y los diagnóstico con el virus centenario denominado ODQNER-23. AL salir del cubículo y bajar las escaleras del hospital presenciaron cuando oficiales con trajes blancos cerraban el lugar y no permitían el tránsito de personas, a excepción del personal médico. Veían el caos en la sala de espera, no menos de 120 personas aguardaban su llamada, sentados. A la espera. Se propagó y a su paso infectó masivamente, instaurando miedo y caos.; el temor creó un estado de confinamiento en todo el lugar donde aparentemente había una presencia fuerte del virus por lo que el estado decretó confinamiento preventivo.
El temor lleno de dudas a Federico quien no sabía cómo dormirían o interactuarían tantas personas en un recinto tan cerrado. Pasaron al menos 4 horas para que el caos llegará a sus oídos; se escuchaban llantos y gritos, El sonido y la fatalidad desgarraban a los que estábamos en el celular. Por instantes sentíamos que se estaba realizando una cirugía abierta sin contar con los efectos de la anestesia. Sin embargo, no era algo que no hubiese visto antes, el caos de calle de su negocio había sido teletransportado. Indubis era muy callada sin embargo, por primera vez se encontraba ayudando a Patty, una desconocida cuyos ojos de miel resplandecían con lo que veía al frente, su pelo castaño poco a poco dejaba de mantener la cosmología de su belleza. En ese momento, se dio cuenta que ya no era una cuestión de dinero o de clases; era una cuestión de solidaridad y coherencia. Por primera vez Indubis se encontraba en las mismas condiciones de una Olig como comúnmente llamaban a las personas adineradas, con detenimiento la admiro y analizó de tal manera que llegó a la conclusión que era exactamente igual a ella. Posteriormente llegaron los encargados de control quienes anunciaron que de ahora en adelante quedaba prohibido cualquier contacto y debían estar al menos a un metro de distancia. Un ambiente de incertidumbre, aburrimiento y desconocimiento invadió la sala, sin embargo, las personas no acataron la orden y mantuvieron una cercanía habitual, esto generó que los encargados de control aislaran a la fuerza el recinto.
Poco a poco Indubis tomo consciencia del calor que tenía su mano, se dio cuenta que un sonido de aire la acompañaba constantemente y sus movimientos ya no eran inconscientes, sintió el roce de su piel entre sus manos, encontró por primera vez una voz en su interior que le recordaba de su existencia. Con el paso de las horas recordó todos los sueños que tenía antes de empezar a trabajar y de la nada un llanto silencio rondó el recinto. Era como si con la carencia de contacto reapareciera el ser; la conciencia era fantasmal en la ciudad de los incomprendidos y aunque las preocupaciones de las personas iniciaban con sus negocios y familia, siempre culminaban con el temor de sentir una fuerza interna que los obligaba a conocerse, saber sus miedos y ventajas, sus debilidades, reflexionar, cuestionarse. Volver a empezar. Fue ahí, cuando Indubis se dio cuenta que el virus tenía un mensaje oculto, era como si la humanidad se hubiese olvidado quien era por centenios.
Interesante reflexion