Se dice que por nuestra naturaleza humana muchas veces necesitamos una especie de “empujón” negativo para hacer un alto en nuestras vidas y corregir todos los errores que estábamos acostumbrados a cometer, y la pandemia que nos azota, es, sin lugar a dudas uno de esos empujones.
El confinamiento ha traído consigo un cambio absoluto en nuestros estilos de vida, al demostrarnos que no tenemos nada garantizado en nuestro paso por el mundo, y que tampoco somos dueños de nuestro propio destino. A pesar de que hay varias teorías en torno al origen de la pandemia, por ahora solo es visible la punta del iceberg, pues las consecuencias sociales, económicas, demográficas, e inclusive psicológicas aún son intangibles.
El distanciamiento social y el confinamiento casi mundial nos han demostrado la importancia de muchos elementos de nuestra vida que considerábamos como rutinarios, actividades que, en la mayoría de casos subestimamos y eran tan aparentemente simples. Hoy ponen en tela de juicio la manera en la cual valoramos lo que tenemos. Pues pensamos que la felicidad se alcanza cuando nuestra vida es perfecta, o cuando tenemos absolutamente todo lo que alguna vez hemos querido, bien sea de carácter material, emocional o profesional.
Sin embargo, las circunstancias actuales nos han demostrado que la felicidad es un camino, no es un destino. Encerrados en nuestras casas, con una variedad de comodidades que siempre nos esmeramos por acumular, hemos llegado a vivir en carne propia la filosofía que afirma que la felicidad no está en lo material, pues muy probablemente, todos extrañamos lo mismo: sentimientos. El poder abrazarnos con nuestros amigos, darle un beso a nuestra pareja, salir a tomar un café con nuestros padres, sentir los rayos del sol directamente en nuestra piel, e inclusive, poder respirar aire “puro” tranquilamente.
Desde mis vivencias personales, pude darme cuenta de que la gran mayoría de las veces que fui feliz no me di cuenta, por dar mi estilo de vida por sentado. No me di cuenta de lo feliz que era al correr para que la ruta del colegio no me dejara, al ponerme mi falda de cuadros con colores navideños, al cargar mi maleta llena de libros por los pasillos del colegio, al esperar la mitad de los recreos en las filas de la tienda y la cafetería, al pelarme la nariz por sonarme con el papel higiénico de los baños del tercer piso, al tomar siestas de una hora en la ruta por los trancones de hora pico, al sentir impotencia de escuchar todo el tiempo a los niños de mi salón molestar y obstaculizar las clases, al sentir la angustia de tener que mandar imprimir los trabajos justo antes de entregarlos, no me di cuenta de lo feliz que era al tener que asistir a las clases de pre icfes todos los sábados. Pues, estaba muy enfocada en mis planes a futuro, convencida de que iban a poder realizarse. Dejé pasar por alto la felicidad del camino de graduarme por pensar en la meta, que a fecha de hoy es un tanto incierta, dejé pasar por alto la felicidad del camino de disfrutar con mis amigos a diario, pensando que era algo exclusivo de grandes fiestas o discotecas, y por supuesto, de nuestra excursión, dejé pasar por alto lo afortunada que era de poder compartir con mi novio a diario por dejarme abrumar por el trajín diario.
Soy una fiel creyente de que todo pasa por una razón, de que en vez de preguntarnos el por qué de lo que nos sucede debemos pensar para qué, y si bien estos hechos infortunados dejarán por siempre una marca dolorosa en mí y en mi generación, con la mayor esperanza, deseo que el impacto positivo sea mucho mayor. Que logremos apreciar cada momento que compartimos con las demás personas, pues realmente, no sabemos cuando las volvamos a ver, que seamos capaces de darnos cuenta de lo afortunados que somos por el simple hecho de estar vivos y poder respirar, que nos demos cuenta de la cantidad de privilegios que tenemos y busquemos la manera de extenderlos cada vez a más personas, pero lo más importante, que nos demos cuenta de cada momento en el que somos felices y lo sepamos atesorar, porque muy probablemente no se repetirá.