En el corral solo se escuchaba al vagabundo exclamar su impaciencia y desespero de hacer lo único que hacía incluso antes de la cuarentena.
El pobre imbécil solo pensaba cada segundo sus caprichos. - ¿Qué será de mí? ¿Acaso soy el único sufriendo? ¡Apenas se acabe esto no volveré al rancho!
Desafortunadamente era el único ser que habitaba conmigo en el rancho y por decreto del incompetente Gobierno me era imposible ignorarlo o correrlo de mi casa. Este pensamiento no se había vuelto más que otra estúpida tendencia. En los radios, la televisión y redes sociales solo lograba apreciar a las personas rogando para salir de sus casas. Pandemia, pandemia, pandemia… ¿Alguna vez le vieron el lado bueno? No, solo les servía su arrogancia para contemplar su inútil poder. No tenían la capacidad intelectual suficiente para entender que al final nosotros los pobres moriremos de hambre y por fin habrá igualdad social.
Al cabo de un buen rato no pude aguantarme más a mí criado bastardo, optando como única salida aprovechar de mis últimos 5 pesos para ir al pueblo a comprar pan. Fui egoísta con quien aparentemente sería mi hijo, apenas salí de la panadería desde el primer hasta último mordisco únicamente fue saboreado por mí boca y la de nadie más. Estaba muy agusto comiéndome el pan, lo usé como venganza de los caprichos de mi hijo, sintiéndolo como premio de todos los años desperdiciados que solo dediqué a él, y su falta de madurez para seguir los pasos de mis papás quienes fallecieron hace 10 años, ¡lo detestaban!. Pero al fin logré despejar mi mente, pues entendí que esa ignorancia del indeseado no es natural, pero si la heredó en conjunto de la drogadicción de su madre, la vagancia de sus abuelos maternos, la basura de persona que fue su tía materna pero nunca pudo heredar mí inteligencia ni mi honradez.
Miré mi bolsillo y me sobraron 3 pesos, pude comprarle un pan a mí hijo y lograr sobrevivir una semana más, pero justo pensé en el paraíso que sería mi rancho sin ese despreciable. Finalmente, lo compré, era imposible saber si la producción alcanzaría la otra semana por lo que debía guardarlo y comerlo después, esperando felizmente que aquel desempleado muera de hambre sin poder salir del rancho. Estaba a un par de pasos de entrar a mi terreno, cuando escuché un disparo, esperando que hubiese sido dirigido al vagabundo para recibir ayuda económica del Estado.
…
Señor agente, después de la muerte en accidente de mis abuelos paternos hace 10 años mi viejo comenzó a padecer de un trastorno compulsivo de bipolaridad y esquizofrenia. Mi madre me rogó para que me fuera con ella y dejarlo, pues la violencia intrafamiliar por parte de mí papá la vivimos a diario y los policías corruptos nunca hicieron nada. El doctor dijo que no había cura, pero estaba seguro que mí papá cambiaría con mi compañía. Pasaron los años y sentía que estaba mejorando, el trabajo lo mantenía ocupado y cuando llegaba yo procuraba de mantener la casa lista para que descansara. No mantenía mucho contacto con él, pero estaba seguro de que él me amaba. A pesar que nunca lo decía él estaba orgulloso de mí. De repente, este virus que colapsó hasta el punto de llegar a una pandemia, forzando a todo mi pueblo a entrar en cuarentena, causando que mi papá pasara más tiempo conmigo, y volvieron las agresiones verbales. Supongo que es por mí gran parentesco con mi abuelo. No había forma de entender a mí papá, a pesar de que éramos de los más ricos del pueblo.
Un día salió a comprar el mercado como de costumbre, siempre decía que si quería comer que lo acompañara pero nunca lo hacía pues el rato a solas le hacía bien y siempre llegaba con comida a la casa. Mientras hacía mis deberes escuché un tiro muy cercano, corrí a ver qué ocurrió y la primera imagen que detallé fue la del cadáver de mí papá. Pensé: esta pandemia no es de un virus, es una pandemia mental. En sus bolsillos había un papel del listado del mercado con cada respectivo producto chuleado y 20 pesos.
Una historia particularmente entretenida con unos personajes acomplejados, el tejido de las relaciones interpersonales y como estas se ven trastornadas por la situación de la pandemia hacen de esta de las mejores narrativas dentro del articulo