El túnel de Ernesto Sábato es una novela psicológica que tiene características de distintas corrientes literarias, dentro de las cuales se encuentra el surrealismo, el individualismo y el existencialismo de posguerra. La novela comienza de una manera sólida, se introduce al personaje principal: el narrador, quien inicia exponiendo el hecho final, “Bastara decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne” (Sábato, 2018). Falta decir que, el libro se narra desde una introspección que cuenta lo que sucedió dentro de la mente de Juan Pablo Castel para que se decidiera y matara a María, la única persona que conoció que pudiera entender su obra. La narración in extrema res consolida de manera sustancial, el hecho que el texto desea ser una confesión de un criminal, no se sabe precisamente cuál es el propósito, pues puede ser para justificar sus acciones o para que los espectadores se apiadaran de él; sin embargo, esta confesión “pone al descubierto la mente humana y sus conflictos, el dilema entre el mundo subjetivo y el racional, y la autodestrucción de Castel y de la mujer que lo pudo comprender” (Semana, 2018). Al mismo tiempo, elabora de una manera sombría y psicológica conceptos como el amor, la soledad, la humanidad y sobre todo la pasión. El túnel goza de una diversidad de profundidad en los elementos literarios e hilos ocultos debajo de la oración, que un solo comentario no sería capaz de abordar la obra por completa. Por todo esto, cabe preguntarse si es posible asociar el contenido de la obra con la situación en la que vivimos actualmente.
La soledad tiene infinidades de reflexiones, pero El túnel expone la perspectiva surrealista y existencialista por medio de Juan Pablo Castel. Sábato presenta dos personalidades antagónicas en el mismo rol de narrador homodiegético protagonista, pues se nos presenta al asesino y al investigador al mismo tiempo. El narrador, Castel, es un pintor reconocido y aclamado por los críticos, sin embargo, Juan Pablo encuentra irritante e ilógico los comentarios de estas personas debido, a que considera que no tienen la autoridad para juzgarlo y -más importante- porque nadie ha logrado entender lo oculto en ellas, que es él o como él dice “¿Cuántos de esos imbéciles habían adivinado que debajo de mis arquitecturas y de “la cosa intelectual” había un volcán pronto a estallar?” (Sábato, 2018); la única persona que pudo comprender todo aquello fue María, la persona que él mató. Dentro de su confesión se puede observar que nos encontramos frente a una persona reflexiva, que, tras observar los hechos, elabora una hipótesis y aborda las situaciones desde diferentes perspectivas, pero como es claro del surrealismo y el existencialismo predominan los pensamientos negativos y oscuros, que por lo tanto lo llevaran a tomar decisiones indeseables y muchas veces incorrectas.
Juan Pablo –como muchos de nosotros- le temía a la soledad. Lo que hizo que cuando supuso haber encontrado a la persona que lo comprendía, se obsesionó con ella, y como se puede ver en muchas novelas de mediados del siglo XX terminaron enredándose en una historia de amor llena de conflictos. Dentro de la novela, Castel emplea la analogía de una persona en una isla desierta para demostrar su situación de incomprendido por la sociedad, en donde, María le había empezado a ser indispensable “como alguien que uno encuentra en una isla desierta” (109); puesto que estas dos personas eran capaces de entrelazar puentes con los cuales se conectaban espiritualmente, y ambos podían entender completamente a la otra persona, pero estas comunicaciones eran limitadas y efímeras. Consecuentemente, María significaba la única persona con la cual Castel podía expresarse y ser comprendido verdaderamente por alguien. No obstante, también ocurrían inconveniente en esta relación, pues, Juan Pablo no podía comprender como María no era solo de él y esos celos ruines combinados con los deseos de posesión transformaron su ser hasta llegar a la catástrofe. Pues el veía a María como “ese último barco que podía rescatarme de mi isla” (151) y “pasara a lo lejos sin advertir señales de desamparo” (151), cuando en realidad aquello que podía salvarlo era el mismo.
Ahora bien, en esta situación que estamos viviendo tenemos la oportunidad de poder enfrentarnos a nosotros mismos pues podemos emplear el tiempo que tenemos “libre” para escuchar nuestros propios pensamientos. Podemos ver, como aquellos pensamientos que tenemos encerrados dentro de nosotros se mueven a altas velocidades, pero sabemos que nadie los comprendería, son pensamientos que se encuentran tan escondidos dentro de nuestras mentes que no los logramos reconocer como propios cuando aparecen. Como Juan Pablo Castel soñamos y esperamos encontrar aquella persona que los comprenda y nos ayude a resolverlos; la soledad nos abruma y al sentirnos incomprendidos podemos terminar realizando acciones que no logramos reconocer como propias; así como el narrador logró encontrarla, se aferró a ella y por miedo a verla con alguien más y tener que volver a sentirse solo, la asesinó.
Referencias
Sábato, E. (2018). El túnel. Editorial planeta Colombia S.A: Bogotá.
Semana. (2018, June 22). En “El tunel.” Retrieved from https://www.semana.com/cultura/articulo/en-el-tunel/572586
Excelente crítica